27.11.08

RECICLAR.... (ESA ACCIÓN TAN DESINTERESADA)


Ya sabemos de los beneficios que trae consigo el hecho de reciclar el vidrio, papel, tetrabriks, plástico, materia orgánica...
Contribuimos a la mejora del medio ambiente al generar menos residuos que vayan a parar a los vertederos. Al clasificar la basura según el tipo a que pertenece ayudamos a que su recogida sea más eficiente.
Al reutilizar la materia deshechada favorecemos el hecho que no se consuma tanta materia primera (se supone que se talan menos árboles por el simple hecho de reciclar pael y cartón).
Y, en fin, nos sentimos en paz con nosotros mismos al contaminar un poquito menos nuestro planeta.

Pero los residuos que depositamos en los diferentes contenedores (azul, verde y amarillo para papel, cristal y vidrio respectivamente) son, al ser reutilizados, objeto de actividad económica. Plástico, cristal y papel, una vez tratados, vuelven a incorporarse al circuito de bienes de consumo mediante la nueva manufacturación en las factorías.
Pero el ser altruistas cuando reciclamos tiene un coste económico para nosotros del que no somos conscientes. Me valdré de un ejemplo para ilustrarlo.

Del supermercado habitual en que hacemos las compras obtenemos una botella de vino, pongamos que se trata de un Penedés, y por la que desembolsamos, por ejemplo, su precio de 5 €. Una vez degustado y consumido su contenido en una maravillosa cena que hemos celebrado en casita procedemos, al dia siguiente, a llevar el casco para depositarlo en el contenedor verde de la esuina.
De esos 5 € que nos ha costado el vino (líquido+envase+tapón+etiqueta) pongamos que el vidrio en sí tiene un valor de unos 0.20 €. Ese valor lo estamos deshechando desinteresadamente en el contenedor.
Resulta que a la siguiente semana volvemos a repetir una cena en casa, ésta vez con amigos. Compramos tres botellas del mismo vino y desembolsamos los pertinentes 15 €. Al dia siguiente cumplimos con la obligación que nos hemos autoimpuesto y nos desprendemos (si así puede decirse) de 0.60 €, que seria el valor intrínseco del vidrio.

Cabe recordar que años atrás ciertos envases (estoy pensando en cascos de cerveza o leche en cristal) eran canjeados, abonados para su reutilización. Pero esta práctica ya casi ha desaparecido puesto que los fabricantes (en este caso, envasadores) priorizan los envases destinados directamente a su reciclado.

Pues bien, siguiendo con el ejemplo, si tenemos la costumbre de celebrar una cena semanal (pongamos tan sólo una botella por cena) nos encontraremos que al final de 52 semanas que tiene el año habremos 'depositado' 10.40 € en ese contenedor verde, que cada vez más, va adquiriendo forma de hucha con fondo roto.

No me quejaría de ello si cada vez que acudimos al 'super' se nos recompensara de alguna manera a la hora de adquirir una nueva botella. Pero lejos de rebajar el montante de esos 5 €, lo más normal es que, transcurrido el año y debido a la inflacción, la botella haya pasado a tener un P.V.P pogamos de 5.50 € mientras que nosotros, de forma behemente, hemos ido reciclando 'religiosamente' cada envase. En ningun momento nuestro acto tiene repercusión alguna en el bolsillo.

En cambio, para el envasador sí se produce un beneficio en forma de reducción de costes puesto que el vidrio reciclado tiene un valor de mercado inferior al que tendría el vidrio 'nuevo'.

Se puede argumentar que el tratamiento de estos residuos en las plantas de reciclaje también tiene un coste. Por supuesto que ese coste existe. Pero los propietarios de esas plantas de reciclaje no se dedican a ello por altruismo. O sea, el coste de las instalaciones, la maquinaria y los sueldos de los trabajadores son sufragados con la espectativa cierta de negocio. Si tuvieran pérdidas tendría que ser el Estado quien se encargara de llevar a cabo todo el ciclo de reciclaje, desde la recogida de los contenedores hasta la reintroducción del material resultante otra vez en el circuito mediante su venta (asumiendo pérdidas, que no los hay).

Siguiendo con el ejemplo del vidrio, que cada cual considere al cabo de un año qué cantidad de cristal puede llegar a consumirse en un hogar (envases de conserva, bebidas, etc). Ni que decir de la cantidad que llegan a consumir restaurantes, pubs, bares, hoteles...

Yo, por mi parte, seguiré reciclando como lo he venido haciendo desde el primer momento en que se colocaron los contenedores en la ciudad. Pero si se quiere potenciar el reciclaje hay maneras de incentivar a la gente.

P.D. : en los paises europeos más avanzados, para la recogida del vidrio, no tienen un único contenedor. Existe uno específico para el vidrio transparente, otro para el de color verde y otro para el de color marrón. ¿ Para cuando aquí ?.

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